sábado, 4 de mayo de 2013

LA FERIA

Cuando se produjo la primera feria en Cochabamba, en los predios de la Escuela de Comando y Estado Mayor, no sólo que verdaderamente se exhibió producción cochabambina, aunque fuese artesanal, sino que la contaminación acústica fue mínima. Han pasado los años y ese mercado eventual se ha transformado más en una feria de vanidades y comercio vulgar que otra cosa y donde la hipercontaminación acústica es la tónica. Los productos industriales nativos han pasado a segundo o tercer plano y lo que más se muestra es la producción de las importadoras, modelos, minifaldas y escotes, que no debieran venir al caso; pero que vienen por la forma en que se ha distorsionado esta oportunidad de negocios.
Anualmente se habla de superar tal o cual récord, como el de la rueda de negocios donde, dizque, se ha superado la barrera de los 56 millones de dólares; pero lo que no se ve por parte alguna es el crecimiento industrial, es decir, el establecimiento de nuevas empresas que den valor agregado a las materias primas nuestras y den cuenta de una disminución del índice de desempleo y el aumento de las expectativas de muchos profesionales que no quieren emigrar.
La propaganda en los medios, al respecto, pagada o no, cae en la misma chabacanería del consumismo, por decir lo menos; importa más la actuación de tal o cual grupo, banda o disparate, que la investigación sobre la tecnología necesaria a la región o la producción del mercado local.
Lo que habría que preguntarse seriamente es: ¿La feria cumple con las expectativos de los industriales locales, sus productos y las materias primas disponibles? ¿O es una vulgar imitación del mercado el consumo?
Sería importante conocer la respuesta de las autoridades locales y nacionales y que deben haber excepciones, es cierto; pero tan pocas que ya ni llaman la atención.

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