LA INTELIGENCIA

Cuando veía un documental sobre la tierra y sus recursos y el narrador advierte que más allá de las estrellas, "pueden haber seres inteligentes como nosotros", solté instintivamente una carcajada que después quise analizar por qué.
En primer lugar, eso de la inteligencia del hombre es cada vez más dudoso si nos ponemos a ver la realidad, las perspectivas y la forma cómo se miente; en segundo lugar, forzoso es compartir lo que de la inteligencia, la ciencia, la filosofía y la práctica dice Unamuno, en su ensayo sobre: "El sentimiento trágico de la vida", pues no siempre la razón intelectual puede más que la cardíaca; en tercer lugar, ¿por qué debe ser una civilización "avanzada como la nuestra" la esperanza del porvenir o la imagen de los extraterrestres? ¿Acaso nuestro avance no es, a la vez, sofisma? ¿No es la civilización la fuente de nuestros males? ¿No es nuestro peor error el haber abandonado el campo?
Hay pues razones para la carcajada cuando nos ponemos a escuchar algo sobre la inteligencia del hombre. Ahí están los ejemplos del recetismo fondomonetarista para tratar de salvar la crisis de la economía especulativa y avara; la tendencia a legalizar y dar por libre empresa la prostitución, mientras nos desgarramos las vestiduras y queremos acabar con el tráfico de los seres humanos; nuestras protestas vehementes sobre ecología y una serie de sofismas, mientras persistimos en prácticas contrarias; la nueva forma de esclavitud que significa la tecnología en la adicción de niños y jóvenes al celular, la "tableta" o los juegos que, indirectamente, los hace más ensimismados y encerrados en sus fantasías, es decir, lo que hace tiempo se dice: la soledad en la multitud.
Todavía no hemos entendido qué quiere decir la inteligencia, cómo hay que usarla y qué resultados debe dar en el cuerpo y el espíritu, para no soltar, otra vez, la carcajada cuando escuchemos hablar de ella, pues tenemos una realidad donde sólo conocemos el 15% del funcionamiento sobre nuestro cerebro y lo demás es especulación.