Estaba previsto hace bastante tiempo y en cualquier momento puede explotar. Se trata de la burbuja inmobiliaria nacional que sigue construyendo condominios, mientras el mercado mismo ya no se mueve o, por lo menos, no por esos caminos.
Según el Instituto de Estadística de España, en ese país existen 3,4 millones de viviendas sin ocupar, el 13% de la totalidad de construcciones, en un ambiente donde lo que más se está dando es el desalojo por falta de pago que está ocasionando una serie de protestas y problemas "menores" a los que los gobernantes deben hacer frente por la crisis que ha producido la burbuja inmobiliaria y el tipo de economía que se practica en el mundo y que desafía las reglas más elementales de las matemáticas o el sentido común.
Por este manejo pésimo de los "expertos" que, por ejemplo, exigen que suba el índice de precios al consumidor como una medida paliativa, es que estamos donde estamos y era hasta lógico que nuestros "economistas" criollos hagan lo mismo que se hace en otras partes sin ningún beneficio de inventario ni de sentido común. Porque en estas tierras se está produciendo una verdadera paradoja a la que nadie quiere atender: Mientras se construye a troche y moche y existe una oferta que supera a la demanda; grupos de migrantes exigen a las autoridades ampliar la "mancha urbana" con todas las consecuencias que ello implica en la desaparición de áreas verdes, acuíferos, tierras agrícolas, creación de barrios marginales, insuficiencia y deficiencia de servicios básicos y una excesiva terciariación del mercado, que es el único lugar donde pueden hallar un sistema de subsistencia aunque sea como una nueva forma de esclavitud y explotación.
Nuestra burbuja inmobiliaria apenas aparece en el horizonte pero ya anuncia sus males que todos vamos a sentir en la crisis bancaria y, contradictoriamente, en esas solicitudes irracionales de más viviendas, así sea a costa del futuro del ciudadano común.
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