Prematuramente, para muchos, se ha abierto la feria de la "democracia" donde, especialmente, los que se dicen de la oposición han empezado a manejar sus fichas en el mercado, haciendo pacto con fulanos y menganos que no hace otra cosa que ratificar que todo se puede comprar o vender.
Lo malo es que son los "sindicatos" y los "movimientos sociales" lo que exponen sus vergüenzas en la feria, pidiendo "cuotas de poder" que van desde congresistas o consejeros hasta porteros o asesores de reparticiones oficiales.
Y es una lástima porque con estas prácticas no se atenta sólo contra el sistema democrático sino contra la propia institucionalidad del Estado y el ambiente de garantías que ofrece para el ejercicio de los derechos, pues gracias a estos "pactos" se negocia el privilegio, la impunidad, la desigualdad que resultan de la existencia, por ejemplo de "gremialistas", "minoristas" o "transportistas" que aprovechan la ocasión para pasar como pobres, mientras en sus cuentas, mansiones o movilidades ostentan una riqueza que no se puede hacer legal y éticamente. Y, como si fuera poco, es el mismísimo Tribunal Constitucional que, en cierto modo, ha legalizado el contrabando al declararlo fuera de la ley de extinción de dominio que, precisamente, trataba de poner un atajo a ese sucio negocio que empezó como botín partidista cuando el "libertador económico" de la "revolución nacional" puso a disposición de sus conmilitones vivir del contrabando o de la corrupción en la aduana.
Tienen razón muchos ciudadanos al preguntarse si es preferible vivir en este mercado de la democracia o buscar otro sistema de gobierno menos discriminador y odioso.
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