Muchas cosas de la vida las vivimos cíclicamente; no recuerdo bien si fue Spengler o Toynbee que así describieron la civilización o la cultura; pero la cuestión es que es así.
Ejemplos hay a montones. Tomemos, verbigracia, el tema de los "aborígenes", hoy se los llama "indígenas" u "originario campesino", o lo que sea; pues bien, en Australia y hasta hace no muchos años atrás, había una institución pública de la colonia que se llamaba el "defensor de los aborígenes" y que se encargaba de proporcionar de servidumbre a los funcionarios públicos o colonizadores, so pretexto, que la raza de los indígenas iba a mejorar con el tráfico entre las generaciones. Hoy esas mismas instituciones pueden llamarse defensoría de esto o lo otro y el papel puede ser el mismo y alcanzar hasta la exportación de "huérfanos".
Ayer, era para celebrar las aventuras amorosas de algunos mandatarios, mientras se censuraba la actitud misógina o hipócrita de algunos otros, los casos del "general del pueblo" y del "libertador económico" son característicos; hoy hay muchos dispuestos a desgarrarse las vestiduras si alguien es sorprendido en las andanzas descubiertas de Clinton o los manejos escondidos de uno de los Bush.
Ayer, nadie decía nada sobre la manipulación del Poder Judicial porque se pensaba que era un "derecho" del que estaba arriba y en el gobierno; hoy apenas se sentencia a algún delincuente conocido de anteriores regímenes, no faltan los que saltan gritando que eso no puede ser que se está manipulando la justicia.
Ayer, la izquierda era la sirvienta escondida de la derecha; hoy es lo mismo; pero no faltan los que creen que es una falsedad. Lo que pasa es que no sólo nos falta una historia verídica sino también una lectura crítica.
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