A raíz del problema del Gobierno con tres medios de comunicación, por la evidente distorsión de sus declaraciones, han salido a la palestra ciertos "puristas", que se parecen mucho a los denominados "analistas políticos" que, en el mundo entero, son una fauna.
Esta incursión, en lugar de servir de orientación, ha servido sino para la risa franca y la carcajada, por lo menos, para sonreír; por la interminable serie de estulticias que se dicen queriendo tapar la realidad; cuando lo mejor habría sido, en un arranque de dignidad y autocrítica, presentar las debidas satisfacciones y rectificaciones y asunto terminado.
Pero no, con la misma tozudez de algunos jesuitas, están provocando que la gente tenga mejores factores de percepción en lo que se refiere a la manipulación y desinformación, poniendo en serio riesgo el prestigio del periodismo que, dicho sea de paso, anda con la capa caída últimamente merced a una serie de improvisaciones y muestras de pésima formación que hacen todavía más visible esa distorsión de la realidad que conviene a los propietarios de los medios y que no siempre están en manos de periodistas o personas comprometidas con la verdad, la información y la orientación.
Pero como todo es mejor tomarlo por el lado amable, la opción es reír de las disquisiciones y especulaciones de los puristas que, incluso, niegan la palabra flojera como existente, pese a que el propio diccionario la menciona como la forma familiar de expresar flojedad; pero, en fin, es chistoso escucharlos o leerlos y creer que la gente, a su vez, les crea.
Como siempre, o como se nos ha acostumbrado por los "analistas políticos", lo hacen adoptando poses que van desde mesarse las barbas, aunque sean inexistentes, hasta presentarse con libros bajo el brazo, como si los hubieran sacado a pasear después de largas temporadas apolillándose en los armarios, para abrirse a una bocanada de aire.
Que buena ocasión para dar rienda suelta a la carcajada, a la sonrisa lastimera o la socarronería de que tanto se caracteriza el latinoamericano.
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