Se dice machaconamente que una de las deficiencias más importantes de los países del tercer mundo, es el de la ciencia y tecnología que, teóricamente, debiera ser llenado por sus universidades.
Pero lo que está ocurriendo es precisamente lo contrario, es decir, las facultades que integran las Casas Superiores de Estudio, o no se han enterado de su papel o no lo cumplen por una variedad de circunstancias; entre ellas, la falta de cambio en la mentalidad. Porque aunque la mayoría de nuestras universidades se mueve en un ambiente proclive o francamente izquierdista, con clases incluso de teoría marxista o de interpretación materialista, los productos de esas instituciones, los profesionales, son más bien dados no sólo a la vida burguesa sino a la indiferencia social.
Como consecuencia no sólo hay un sensible déficit de médicos, por ejemplo, en las áreas más necesitadas sino que la medicina sigue siendo un privilegio en las ciudades grandes o pequeñas, donde su costo es alto; así como no existe transferencia o creación de tecnología en la industria y la economía, que responda a los programas del "alma mater".
Y, como ni no fuera suficiente, se maneja la "autonomía" universitaria como un modelo de feudalización renegadamente derechista, curiosamente, en manos de marxistas o trotskistas que, igual, se disputan los feudos de los predios universitarios; mientras el resto de la población universitaria se limita a la simple formación profesional y finca sus expectativas en sus réditos como tal.
Dígase lo que se diga, las universidades no están pues cumpliendo ni con sus roles ni con los ideales populares y una prueba contundente es que no tenemos ni ciencia ni tecnología; las mismas que siguen siendo curiosidades o excepciones dentro de ellas. Y así lo único que piden es más dinero, cuando su fracaso está en sus propias mentes; que son las que habría que cambiar y descolonizarlas porque siendo supuestamente izquierdistas dan productos derechistas.
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