Nunca como ahora alcanza su mejor expresión aquello del vil metal; porque las peleas entre mineros asalariados, pertenecientes a la COMIBOL, y los cooperativistas, unos entrecomillados, otros no; es eso: una lucha por el vil metal, donde no sólo están en juego las vetas del mineral que se trate sino también ciertos privilegios o tributos que se han concedido a unos y otros.
Entre las acusaciones que se lanzan de bando a bando no únicamente están las de ganar indiscriminada e injustamente salarios que bordearían hasta los 90.000 Bolivianos sino de no pagar impuestos al Estado. La realidad es que se ha descubierto, desde hace ya bastante tiempo, que el sistema de explotación de las minas no ha cambiado; que mientras unos se asignan jugosos sueldos, otros los siguen ganando de miseria; llámense "coopeerativistas", "dirigentes", "administradores" o lo que fuera.
Por eso es que el problema tiene diversas connotaciones y la disputa por algunas vetas, en realidad, es la pelea por los beneficios, los privilegios y el control del sistema de explotación. Tampoco se trata de quién aporta más o mejor al Estado; todo lo contrario, lo que se quiere es no aportar nada, en procura de "incentivos" que el gobierno debió cancelar hace tiempo si pretende un clima de igualdad y justicia; porque no puede ser que sigan los privilegios de unos sectores, mientras el pueblo en general, el ciudadano común, incluso, el que no cobra cobra ni come, siga subencionando los hidrocarburos, los caminos, las minas y, finalmente, el sistema de brechas económicas y sociales que nadie puede vencer.
Y lo mismo sucede en muchas partes de la geografía nacional; así como se disputan algunas vetas y privilegios o impunidad, se pelea también por los árboles, por las aguas; por la dominación sectorial y el sistema de privilegios que da impunidad y que se trata de confundir so capa de ambientalismo, derechos, ecología y hasta socialismo.
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