miércoles, 12 de septiembre de 2012

REALIDAD Y FICCIÓN

Muchas veces se ha dicho que la realidad supera a la ficción; es tan cierto que la quebrada empresa aeronáutica AEROSUR, era en realidad -es una jugosa paradoja- una empresa fantasma; porque no sólo que vendía sus pasajes como si casi todos hubiesen sido adquiridos en el exterior del país, sino que no tributaba nada y hasta no tenía cuentas bancarias en nuestro territorio; el fantasmita se parecía harto a uno de los muchos bancos que se crearon a lo largo y ancho del mundo para quebrarlos que, como decía cierto sinvergüenza, daba mejores beneficios que mantenerlos que, en la realidad y no la fantasía, es donde se apoya lo del sofisma de la autoregulación del mercado y en lo que muchos todavía creen como si fuera una superstición.
Pero lo de la línea aérea es apenas un ejemplo más de los fantasmas que rondan y habitan el mundo de la realidad, por muy materialistas o racionalistas que nos apuntemos, porque también en la cuestión del ambientalismo, ecologismo, solidaridad o filantropía surgen más fantasmas que realidades; es lo que está sucediendo actualmente con el tema del TIPNIS en Bolivia, donde si contamos las voces que tienen eco en los medios y las que no aparecen en páginas o espacios manipulados, tenemos que llegar a la conclusión que ese territorio está más habitado por fantasmas que habitantes reales que no sabemos si están conscientes de su "irrealidad".
Como si fuera poco y lo hemos comentado algunas veces, ahora resulta que también hay cooperativas fantasmas que usurpan la existencia de este sistema de trabajo, responsabilidad y compromiso, que no sólo aparecen entre los mineros, acostumbrados al "tío", sino también entre los devotos del ahorro que van por lana y salen trasquilados o los que fungen trabajar en las universidades y no buscan ni ciencia ni conciencia sino el vil metal de los salarios irracionales; porque, en verdad, lo que debieran mostrar esas instituciones es eficacia y eficiencia si pretenden convencer de su adhesión a la ciencia.
En consecuencia, muchos defensores de algunas entidades, en realidad, serían defensores de fantasmas o, vulgarmente, de fraudes y estafas.

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