En muchos países se celebra determinada fecha como aquella en que volvió la democracia en sustitución de las tiranías sirvientes. Pero las cosas no varían sustancialmente para el pueblo, para el Estado; porque a la democracia comercial o de mercado, la llamamos formal y a la real: utópica; mientras la primera se ejercita en nombre de todos y la segunda es una excepción en el mundo contemporáneo.
Y no sólo eso sino que, en nombre de la democracia, se comete una serie de atropellos en contra de la voluntad general y en discusión con el mismo sentido común. Es lo que ocurre, por ejemplo, con las protestas o tomas de oficinas en las alcaldías, especialmente, provinciales en supuesta demanda de obras o sospechas de corrupción; pero que no se ajustan a derecho y, por lo tanto, constituyen formas no democráticas de interrupción del proceso genuino y legal. Y, aunque no se crea, la farsa democrática está también presente cuando los organismos financieros internacionales pasan por encima e imponen restricciones o programas económicos que están en contra de los intereses colectivos, como estamos viendo en buena parte de Europa.
También se da cuando las protestas se realizan en contra del derecho de los demás, verbigracia, en las manifestaciones callejeras, en los bloqueos de caminos o calles o en el discursito ese de estamos "molestos" y "exigimos" tal o cual cosa.
La conclusión es fácil y sobreentendida, incluso en la democracia de mercado no hay real ejercicio de la participacion ciudadana y el sometimiento consiguiente a las leyes; mientras son apenas unas pocas excepciones donde funciona la democracia real en naciones donde la descentralización es una ventaja y no se opone tampoco al bien colectivo, al bien común o al Estado. Hay que seguir luchando porque nuestras democracias se basen más en la información, la convicción y la responsabilidad y menos en las ofertas de mercado, en las mentiras y las promesas por incumplir; se trate de los países denominados chicos o grandes, porque es en los últimos donde predomina y manda más el mercado que la razón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario