Generalmente cuando se habla de estado de derecho, sólo nos referimos a la vigencia de los derechos y olvidamos, casi diríamos intencionalmente, los deberes: Pero el verdadero estado de derecho es eso: vigencia de los derechos y de los deberes.
Y cuando hablamos de los deberes no nos referimos simplemente a los que el ciudadano se compromete sino también a los que atañe a las instituciones del Estado, es decir, a la aplicación de la ley por los organismo existentes. Una deficiencia que se hace notar como grande en las naciones dependientes porque el sistema de dependencia-corrupción-impunidad así lo impone y donde hay cierta lógica pues no hay nada mejor que agarrar por la cola a los corruptos y convertirlos en serviles; sea por su afición al dinero, a las perversiones o a los "gustos burgueses", que son una variedad.
Esta falta de aplicación de la ley hace que haya policías corruptos con grandes fortunas y a los que no parece llegarles la justicia o ex ministros o presidentes impunes y hasta pequeñas yerbas que se enriquecen porque el no hacerlo es de tontos.
Hay pues un terreno bien abonado por la dominación y el chantaje para la corrupción y el servilismo; porque nadie debe pensar que si a una persona le permiten corromperse es por simple afición; no, todo tiene su costo y, muchas veces, hay que pagarlo con traición a la patria o a los valores morales. Pero sería bueno que, en lugar de escandalizarnos cada vez que se descubre un nuevo "fato", solicitemos simplemente que se aplique la ley; aunque después los sinvergüenzas nos vengan con que son "perseguidos políticos" y haya embajadores y legaciones que les hagan coro.
El estado de derecho es, fundamentalmente, el cumplimiento de los deberes y no el simple goce de los derechos.
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