Hay una buena canción española que habla de "la bien pagá", donde se refiere la historia de un gitano que dice a su ex que fue bien pagá, "porque tus besos merqué/ a mí te supiste dar/por un puñao de parné". Es algo para reflexionar sobre la verdad del amor y lo que los "payos" pueden distorsionar en su simple afán de enriquecimiento.
Infelizmente, es algo que sucede diariamente y que afecta especialmente donde no debiera ni meterse el comercio: en los valores. Pero precisamente son éstos lo que se han mercantilizado y si no hay regalo de por medio, sea en el amor, la paz, la amistad, el día del perro o del gato, no hay celebración.
Por eso es que alguna gente ya ha optado por no hacer caso del comercio y dejar pasar esos días especiales para conmemorarlos cotidianamente, sin obsequios, sin materialismo de por medio. Pero como todavía son una minoría hay que preguntarse si no estamos desvirtuando completamente la esencia misma de la vida; porque una vida sin amor, sin fidelidad, sin libertad, sin espítitu de juventud, sin estudio, sin respeto por el prójimo; deja de ser tal y se convierte en un martirio o un calvario.
La mercantilización, el mercado, la libre economía, tiene pues connotaciones mucho más negativas que las que se suelen atribuir a la quiebra bancaria, el secuestro de ahorros o la devaluación de la moneda y no le estamos prestando la debida atención y ésta es una de las razones fundamentales para que la humanidad entera no sólo espere sino que pida el cambio, aunque el condicionamiento en que vive trate de apartarlo de lo esencial, frente a las cáscaras.
A los valores no hay que dedicarles un día en el calendario sino convertirlos en una práctica diaria, automática, espontánea; sólo así estaremos seguros de nuestra condición de hombres libres, sociales, portadores de valores.
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