Aunque es irrazonable pedir políticas a los politiqueros; no hay duda que es cada vez más alarmante la ausencia de políticas, especialmente, en los municipios; donde el asfalto se ha convertido en rey de las obras que "entran por lo ojos", como rezaba un eslogan de un burgomaestre que hizo grandes negocios inmobiliarios y hoy está fuera dándose ínfulas de ser "perseguido político".
Desde que la ley llamada de "participación popular" de los gobiernos neoliberales, "democratizó la corrupción", como algunos sostienen, no sólo que los alcaldes se dieron a la tarea, primero, de comprar equipos de sonido y televisión, aunque no contaran con energía eléctrica; luego a la adquisición de movilidades como autos o vagonetas y, muy posteriormente, al asfaltado de calles.
Como se puede comprobar, ninguno, o casi ninguno pues hubieron excepciones, hizo una verdadera prelación de obras para dedicarse, primero a las de infraestructura y servicio y recién ahora, a instancias del gobierno central, se está procediendo a atender la demanda de agua potable, alcantarillado, riego, electrificación y energía.
Incluso en las ciudades capital, mientras predominan las "obras estrella", como puentes viaductos, distribuidores o simples adornos, las deficiencias son preocupantes; así, en Cochabamba, el agua potable no llega más allá del 50 y tantos por ciento de la población en general y el alcantarillado a menos del 40%; mientras la inseguridad ciudadana está haciendo crisis por una variedad de factores.
En resumen: no hay prelación de obras; no hay políticas municipales y, por ende, programas de desarrollo y las burocracias, lo mismo que en las universidades, se contentan con el goce simple y vulgar de sus salarios sin comprometer nada ni responsabilizarse por nada.
Por mucho que los politiqueros se hayan apoderado de las instituciones fundamentales del país, habría que pedirles cuentas para rescatar la esperanza y el futuro. Ya llegará la hora.
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