El mundo vive bajo un paisaje de sofismas y eufemismos que engañan a la mayoría de la población del planeta.
Uno de ellos es aquello del desarrollo; que ni es crecimiento ni mejora en las condiciones de vida sino simples estadísticas que, como dijera Churchill, hay que confiar sólo en las que uno manipula personalmente. Lo de calidad de vida es otro engaño y se refiere simplemente al vil metal y no al crecimiento material y espiritual del individuo.
En cuanto a los eufemismos los hay de todo tipo y gusto; desde aquellos de nombrar como con "capacidades diferentes", a los inválidos, los ciegos, los sordomudos, como si fuera un insulto llamarlos como enseña el idioma, sin eufemismos, que no es ninguna forma de menosprecio sino de atención esencial al vocabulario. Y es que los de autodenominada "clase política", que nunca sabremos exactamente qué quisieron decir con eso, quieren engañar y se engañan hasta a ellos mismos. Hay tanta diversidad de eufemismos que los más contundentes, incluso, no significan nada; por ejemplo lo de derechista o izquierdista que, en los hechos, significa mero materialismo.
Y entre sofismas y eufemismos es lógico no sólo que apunte la rebeldía como en el "prohibido prohibir" o el reciente: "indignáos" sino que la mayoría del planeta no se sienta representado por nadie; ni por los unos ni por los otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario