Infelizmente, para la mayor parte de la población del mundo, los que se llaman a sí mismos "grandes" imponen un modelo que no es, para nada, lo que debiera buscar la humanidad. Porque el materialismo, incluso aceptando la inexistencia de Dios, no es lo más conveniente porque excusa la explotación del hombre por el hombre; ya sea desde la vertiente capitalista como marxista.
La teología o, finalmente, la filosofía es pues inherente al desarrollo del ser que no se contenta con el salario, el confort o la posibilidad de ser un especulador más del sistema que le ofrecen las variantes de la politiquería mundial.
Porque la filosofía, el amor al saber, la teología, la búsqueda de la trascendencia; le dan a la vida un componente que puede despertar energías y capacidades que, en la mayoría de los casos, el materialismo adormece en su adoración al dinero.
Sociedades más filosóficas, teológicas o, simplemente, espirituales, han alcanzado hasta ahora el máximo crecimiento aunque, por los ciclos de la historia, hayan terminado también en la decadencia pero, eso sí, trascendiendo por mucho que todavía no sepamos cómo interpretar tantos signos o monumentos que nos han dejado.
Pero lo lamentable de esta realidad es que las naciones "pequeñas" copian esto malo de los "grandes" y el círculo se hace vicioso y sin posibilidad cierta de romperlo.
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