El próximo 21 del mes que corre, se celebrará en Bolivia el Nuevo Año aymara, el 5519, que en nada coincide con el calendario gregoriano que tiene actualmente el mundo; claro que no es el único que no se rige por la reforma papal sino que también árabes y judíos, para nombrar algunos, tienen cuentas distintas.
Lo que nos lleva a la lógica interrogante: ¿finalmente, en qué año estamos? Y la pregunta no tiene respuesta conocida porque hemos abandonado la denominada protohistoria y si algo sabemos de ella, preferimos tenerla como parte de la mitología o la fantasía.
Sin embargo; ahí están los cada vez más presentes mayas que nos hablan de la conclusión de un ciclo de la vida terrestre, que se completaría cada veintitantos mil años y que marca el 2012 del calendario actual como fecha importante de ese cambio; que no va a traer precisamente la destrucción del planeta sino la transformación del modo de concebir la vida misma, tanto individual como colectivamente. Fecha que coincide con una leyenda nacional que nos habla del "achachi" una roca con forma de viejo cerca al templo de Copacabana y que carga una piedra en su espalda y que según, matemáticos y "amautas" cede año que pasa y terminará por caer el 2012. No estaríamos pues ni siquiera en el cinco mil y tantos años sino en el veintiun mil y tantos, de cuya historia apenas si conocemos la minima parte y, muchas veces, confundida con la impostura y la mentira cínica.
Total, se trate de unos años más o menos, aunque sean miles, parece que nos acercamos a tiempos de cambio que, en cierto modo, ya los estamos viviendo aunque muchos no lo perciban así y sigan engañados por el materialismo de la civilización que, como dijera Spengler, hace tiempo que está en decadencia en occidente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario