Tanto se habla en el mundo sobre la humanidad que, muchas veces, se esconde su origen o se lo desconoce absolutamente. Las cosmogonías eran objeto de intenso estudio hasta la Edad Media, más o menos, vino el Renacimiento, y con él el racionalismo, y la cosmogonía pasó a ser parte de la mitología.
Sin embargo, todavía hay quienes se dedican a escudriñar en sus páginas o transmisiones de boca a boca y si bien se encuentran algunas similitudes con el Génesis de la Biblia, también se acentúan sus diferencias y hacen patente algunas contradicciones.
Entre esas contradicciones está la creación del hombre; porque en ese libro hay dos creaciones de la humanidad; una cuando se crea un hombre y una mujer, macho y hembra y, otra, cuando se saca a la mujer de la costilla del varón; pero en la verificación de esta contradicción o duplicidad, uno se encuentra también con la existencia de gigantes que no se explica de dónde vinieron pero que se juntaron con las mujeres indígenas y fueron castigados por eso; algo que coincide con muchas mitologías antiguas que hacen venir a los dioses desde el espacio o el inframundo pero que tienen características no humanas, no sólo por el tamaño sino también por otras cualidades superiores pues eran capaces de mover montañas, cambiar el curso de los ríos o crear una simbología que, hasta ahora, o no ha sido correctamente interpretada o ni siquiera se ha descubierto.
Uno de esos símbolos sería, a decir de un escritor boliviano, el lago Titicaca que se complementaría con la Isla del Sol, la Puerta del Sol y otros sitios conocidos que adoptan una forma zoomórfica que estaría mucho más allá de la simple interpretación de los arqueólogos occidentales y se acercaría a una doctrina o enseñanza oriental sobre la superación espiritual y su consiguiente evolución.
En todo caso, hay un amplio abanico de posibilidades para estudiar en las cosmogonías antiguas que sería de mejor beneficio que ir a la luna o a Marte con presupuestos prohibitivos.
"El mensaje secreto de los símbolos de Tiahuanaco y del Lago Titikaka", de Guillermo Lange Loma, es todo un desafío
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