Siempre que recuerdo a Campoamor cuando dice: "En este mundo traidor/ nada es verdad ni es mentira/ todo es según el color/ del cristal con que se mira", la conclusión lógica es que eso que llamamos la verdad, sigue esquiva.
Hay que recordar también a Pilatos y cómo de lavó las manos, para concordar que nadie puede atribuirse la posesión de la verdad, aunque ésta es, precisamente, la madre del cordero de la actual civilización en el mundo que, a sí mismo, se llama occidental y se vanagloria de la ciencia, la tecnología y el mercantilismo; en contra lo que postulan las culturas orientales, dentro de las cuales hay que incluir las tiwanakotas y mayas, por ejemplo.
Ahora que se manejan algunas informaciones o supersticiones sobre el fin del mundo, es bueno traer a colación esta verdad esquiva porque, por la forma cómo aparecen las cosas, no se puede decir que sea el fin de un ciclo y el inicio de otro; cuando todavía la gran mayoría de la humanidad o ni se ha enterado del tema o no ha sido informada al respecto.
Y es que pueden más las crtiptocracias, los gobiernos sumergidos que tanto desorden, explotación y miseria han traído a la tierra, que los buscadores de la verdad, los filósofos, los humanistas; que no se siente incluidos ni representados en ninguno de esos polos del materialismo que se suele manejar como alternativa.
Pero no hay otro camino que seguir buscando la verdad y hay que recuperar el verdadero sentido de la humanidad.
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