Para quienes conocen la verdadera historia del mundo, la intervención de los ingleses en la contienda bélica entre Bolivia y Chile, conocida como: Guerra del Pacífico, es clara, aunque nada digan algunos historiadores criollos sobre el tema.
Lo cierto es que, una vez más, los gobernantes de La Moneda reaccionan exactamente como los de Londres cuando se les plantea la reparación por la usurpación y robo de territorio de esa guerra y afirman que la soberanía no se negocia y punto, Exactamente la misma respuesta que los insulares cuando tratan la cuestión de Las Malvinas y el legítimo derecho de los argentinos.
La historia real, la que no miente, confirma pues que los gobiernos chilenos han sido casi siempre nada más que intermediarios entre el poder imperial y el pueblo araucano o mapuche, bajo la intermediación de oligarquías o plutocracias que, en verdad, no tuvieron nunca verdadero interés en los chilenos sino en sus propios bolsillos y ganancias.
Razón demás para insistir, como se está haciendo, en llevar la cuestión de la reparación histórica a Bolivia, a los tribunales internacionales cuya doctrina, por lo menos teóricamente, los obliga a velar por la justicia y la reperación de las injusticias producidas por la violencia; peor todavía cuando hay terceros involucrados, como en el caso que hacemos referencia.
Nunca la violencia puede argüirse como sostén de nada y menos de la infamia; por primera vez el gobierno chileno está ante la dura situación de enfrentar la comunidad internacional en la reparación histórica que debe a Bolivia. Lo curioso es que, incluso así, sigue reaccionando como simple intermediario y con las mismas palabras de quienes, hace más de un siglo, empujaron la codicia del guano, el salitre y el cobre.
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