Precisamente porque nos contrastan con la realidad, las declaraciones del Presidente ecuatoriano en Cochabamba, nos permiten hacer una serie de reflexiones necesarias para percibir, leer, la cotidianeidad en que nos desenvolvemos en el mundo actual.
Por eso es que la "mentalidad onegesista" que denuncia ese mandatario con relación a varias instituciones, es necesario analizarla porque está ligada a la insurgencia de esa clase de entidades que, desprevenidamente, asolaron el mundo en general so pretexto de ayudar a los pueblos en vista de la corrupción e ineficiencia de sus gobiernos. Un ligero análisis nos permite ver que se han constituido en una suerte de grupos de personas que se han colocado por encima del bien y del mal, que son indiscutibles en sus resoluciones e intangibles en su financiamiento o dinámica y que se han arrogado el derecho de inmiscuirse donde nadie los ha llamado.
En una especie de inventario que se hizo de estas organizaciones en España, a principios de la década anterior, si no nos equivocamos, se llegó a la conclusión que el 99% de ellas no cumplían ni cumplieron sus objetivos y se redujeron a ganar bien por lo que muchas fueron canceladas y apenas muy pocas sobrevivieron al escrutinio por su innegable eficiencia, por ejemplo, Médicos sin Fronteras.
No es pues una simple percepción de quienes sufrimos las consecuencias de la intromisión sino también de quienes financian ese tipo de "yerba mala" que crece en nuestros campos con el pretexto de defender derechos o promoverlos pero que no es más que el caballo de Troya del neoliberalismo, curiosamente, adoptado y aceptado por la denominada izquierda.
Si el Presidente ecuatoriano se queja de esa mentalidad en organismos como algunos de la OEA, los bolivianos tendremos oportunidad de hacer lo mismo por su oficiosa injerencia en la redacción de la Constitución Política del Estado, que se ha plagado de generalizaciones, sectarismos, discrepancias y contradicciones seguramente como en ninguna otra parte del mundo y cuyas consecuencias se empiezan a sentir en la posición que asumen algunas minorías para impedir el desarrollo normal del Estado o el propio accionar del Gobierno que ya no sabe qué hacer y donde las propias ONGs son las que ayudan a poner las piedras en el camino como se ve claramente en la cuestión del TIPNIS que ya no responde a ninguna teoría ecologista, ambientalista o reivindicativa.
Hay pues y evidentemente una mentalidad "onegesista" que está contribuyendo a que la América Latina mantenga su dependencia, su subdesarrollo, su crisis, para beneficio del poder hegemónico y hay que enfrentarla, antes que cause más daño todavía.
Desconocer esta situación no contribuye a nada y, por el contrario, habría que abrir el debate para hacer una escrutinio de quienes contribuyen al bien común y quienes simplemente se dedican a ganar su salario pese a su ominoso accionar.
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