En Bolivia, cuando algún canal nos anuncia: "más producción nacional"; es difícil saber si es una amenaza o una promesa porque, al igual que en el mundo entero, hay un desperdicio total de la tecnología de los medios de comunicación y que podría servir mejor a las necesidades y aspiraciones de todos. Y es que tanto la radio como la televisión se han vulgarizado tanto que han perdido el respeto que debieran tener al oyente o televidente al que, contrariamente, han rebajado de tal modo que ya no creen, es lo que dicen, que pueda recibir espacios de instrucción, orientación o cultura en general y se conforma con ver faldas cada vez más cortas, escotes más bajos o contoneos groseros de hombres y mujeres.
Además, lo de producción nacional es un decir porque generalmente no se hace otra cosa que copiar algún pésimo programa de la tv internacional o, lo que es peor, contratar su difusión como si fuese algo bueno o digno de verse cuando no es más que basura con "rating".
Si los medios de comunicación en el mundo entero cumplieran sus objetivos primarios de orientación, educación e información, hace rato que la guerra sería un acto inaceptable en cualquier lugar del planeta; las diferencias entre ricos y pobres ya no existirían y ya nadie declararía como una reivindicación la educación o la salud pues estarían satisfechas esas necesidades.
Y es que la concentración del poder de las transnacionales o el materialismo gobernante de la tierra, ha hecho que los medios de comunicación se vulgaricen, pierdan los estribos, no tengan ya filosofía y se hayan convertido en simples piezas del engranaje de esclavitud al vil metal; por eso es que la mejor y gran característica que tienen es que son eminentemente comerciales; se mire por dónde se mire.
El desperdicio de toda esa tecnología de la radio, la televisión, la imprenta es pues más que evidente e, infelizmente, es lo que amenaza también la insurgencia de medios alternativos como el "ciberespacio" donde el comercio no está ausente y es cada vez más perturbador.
El primer prejuicio a vencer, es la propia identidad, el orgullo; porque no es cierto que todos somos simples consumidores de "comida chatarra", "medios chatarra" o "cultura chatarra", ya que tenemos un sentido estético y un gusto real por el arte que, realmente, es arte; en segundo lugar, que todos estemos alienados al sofisma del desarrollo, esa mentira secular con que se maneja al mundo entero y que, más bien, ha servido para mantener los estados de "subdesarrollo" que han financiado el "desarrollo" de los imperios del materialismo y que puede ser objeto de otro comentario; en tercer lugar, hay que ser iconoclasta especialmente en una época en que los mitos se han convertido en mentiras y no contribuyen ni al crecimiento espiritual ni intelectual de las personas.
Hay pues que seguir lamentando todo ese desperdicio que se hace de la tecnología, por muy escasa que sea, y que no contribuye verdaderamente al crecimiento del ser o la especie humana.
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