La mayor parte de la gente no sólo ignora el real movimiento de inversionistas y capitales sino que está completamente engañada al respecto. Porque no es ni medianamente cierto que la inversión busque la felicidad o el progreso de la gente común. bastaría recordar que en cierta época, cuando los millones de dólares eran realmente tales, en el Brasil y gracias a las necesidades de los brasileños y la política de atracción de capitales de sus gobernantes, las transnacionales tuvieron a bien invertir en la industria y el comercio alrededor de 36 millones de los verdes; cuando los gobernantes se dieron cuenta de lo que realmente pasaba y les pidieron que se fueran no únicamente que su comercio e industria ya habían sido fuertemente tocados sino que se llevaron más de 750 millones por su "inversión". Hoy mismo lo que se debate en cuanto a YPF de la Argentina llama la atención pues se denuncia que la empresa española lo único que quería era el "vaciamiento" de la entidad argentina que, como ha sucedido muchas veces y a lo largo y ancho del planeta, perdía la soga y el cabrito o la gallina de los huevos de oro sin beneficio alguno. Pero claro, hay otros que se levantan y se desgarran las vestiduras por las "inversiones" y los "inversionistas" y piden "seguridad jurídica" para los depredadores, especialmente cuando los gobiernos dicen basta a la expoliación extranjera.
Todavía no hay los espacios suficientes para hacer conocer todo lo que significa el movimiento del vil metal en el mundo aunque ya apuntan algunas informaciones que ponen, por lo menos, en tela de juicio las formas y modos de explotación de los recursos naturales del planeta y la forma cómo se maneja despectivamente su población. Hablar sencillamente del capitalismo sin profundizar en el tema, es como hablar de la foto de un huracán y otros desastres sin dar a conocer sus efectos y consecuencias para todos.
Por muchas especulaciones que se hagan sobre las culturas anteriores a las actuales, es decir, las previas al nacimiento de Jesús, no deja de sorprender la manera cómo ellas fueron grandes, majestuosas y más equilibradas que las de la "civilización" y su pérdida aunque no se ha descubierto ciertamente por qué se produjo no deja de ser lamentable por su estilo de vida.
Lo malo es que, desde que nacemos, se nos ha criado bajo el espejismo del dinero porque, supuestamente, él da no sólo estatus sino posibilidades de crecer; el que no lo tenga no puede aspirar a nada. Pero si analizamos las cosas podemos llegar a la conclusión que todo es mentira; desde los títulos hasta las posesiones porque su tenencia no asegura nada, ni sabiduría ni inmortalidad ni trascendencia que, subjetivamente, es lo que el hombre busca. Lo mismo sucede con las naciones, los capitales o los inversionistas son apenas sofismas de desarrollo o bienestar, porque la realidad dice todo lo contrario y hace siglos que se viene repitiendo en su males
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