En muchas partes del mundo andino, que incluye el llamado amazónico pues el río que le da el nombre nace en la alta montaña, se celebra hoy el año 5520, de los que se tienen memoria, de una cultura ancestral cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos porque no hay registro confiable para determinar cuándo, cómo y por qué se hizo patente en manifestaciones diversas como la tiwanakota, la maya, la egipcia, sólo para citar las principales, probablemente, de una ascendencia atlántica que es el gran misterio del mundo.
Con el solsticio de invierno, se celebra también el "willka kuti", es decir, el regreso del gran nigromante, del gran hacedor que, erróneamente, algunos interpretan como el retorno del sacerdote al estilo occidental.
Si, como dice el tango, 20 años no es nada; tampoco más de cinco mil son mucho para una humanidad que, cíclicamente, se desenvuelve entre cimas y simas, entre alzas y bajas, entre auroras y ocasos; por eso es que más que buscar en el espacio habría que buscar en la tierra nuestras respuestas porque, nada raro, que estén más cerca de lo que creemos o lo que la ignorancia nos dice.
Y ahí están esos enigmáticos monumentos o megalitos, como les dicen algunos, a los que fácilmente y con mucha ramplonería se les achaca ritos o formas que no tienen mucho asidero a la hora de la verdad. Aunque mucho de ese patrimonio de la humanidad se ha destruido por la invasión de la barbarie, a partir de 1492, y, tal vez, conscientemente por el peligro que significaba en una confrontación entre el mundo conocido y el por conocer, todavía las huellas de nuestros ancestros están esperando la inteligencia de los hombres para decir su verdad.
Si se lee bien esos mensajes y se tiene la capacidad suficiente como para hacer una correcta lectura, hay todo un abismo entre antropólogos, de los verdaderos, y arqueólogos formados o aficionados y atisban elementos francamente sorprendentes, como la cola del moreno de las comparsas folclóricas que apunta hacia arriba y enroscándose, como una clara alusión al kundalini o activación de los chacras por medio del sacro y que sugiere un investigador boliviano del tema; lo que no sólo que nos da una concepción diferente, completamente diferente, del origen del hombre andino, sino que data la creación de esa manifestación folclórica a mucho más antes de lo que se creía.
Esta fecha del calendario gregoriano que nos sitúa en el solsticio de invierno, para el hemisferio sur, tiene pues un sin fin de sugerencias si no nos limitamos a la interpretación de un nuevo año o de una fiesta tradicional y eventual; aunque algunos ignorantes y, por ello mismo, prejuiciosos no quieran darle importancia. Felicidades para todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario