El pasado fin de semana estuvimos en Oruro con el fin de cumplir compromisos sociales y es bueno hacer algunos comentarios en torno a la ciudad, no al viaje, aunque también en cuanto al traslado mismo. De Cochabamba a Oruro, uno tarda más en caminatas dentro del aeropuerto, corretajes del avión y otras fatigas porque el vuelo real se reduce a 18 minutos que se usan en cruzar la cordillera o parte de ella. Llegados al Juan Mendoza lo primero que tuvimos que enfrentar es el capricho y abuso de los taxistas que, por el conflicto que hay entre explotadores y usuarios, ante la indiferencia de las autoridades, hacen lo que les viene en gana y cobran su servicio más caro que en otras ciudades del mundo, incluidas algunas bolivianas.
El tema mismo, como en otras ciudades, tiene su gran componente de politiquería que divide a los ciudadanos; mientras unos afirman que la culpa es del gobierno central porque el ministro fulano o zutano no dice nada; otros, con más inteligencia, apuntan que es una lamentable irresponsabilidad y omisión de las autoridades comunales que no supieron, en su momento, dar solución al problema y que salen por peteneras al autorizar un pasaje de 1,40 Bs. que, en los hechos será del 1,50 que impusieron los "choferes" porque muy pocos, o ninguno, devolverá los 10 centavos, como sucede en Cochabamba por la misma estulticia de los burócratas ediles, aunque no sea correcta la referencia.
Como se puede ver, el ciudadano de a pie o engañado por la politiquería no es sino la víctima de las conveniencias y negociaciones entre militantes de determinado partido y los explotadores del transporte público que hace mucho que tienen partido aunque no tengan ni sigla ni símbolos porque se acomodan fácilmente a demócratas o tiranos y se han acostumbrado a vivir al margen de la ley; no sólo porque la desconocen sino que mantienen una serie de beneficios de antiguo que no quieren perder para seguir sembrando nabos en las espaldas de todos. El retorno, en bus, lo comentaremos después.
En cuanto a la ciudad misma y el poco tiempo que tuvimos para caminar por sus calles, es lamentable lo que se percibe, lo que se ve claramente y no se puede desmentir ni con declaraciones chauvinistas ni con amenazas de juicio sobre lo que fuera; porque está ahí: contundente, indesmentible y que nos hace sospechar o demasiada irresponsabilidad y omisión o que se ha perdido la creatividad, la inteligencia. Pero será mejor hacerlo en otras oportunidades.
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