viernes, 6 de diciembre de 2013

PREPOTENCIA DESCARADA

Ayer se repitió un acto de abuso y prepotencia por parte de los explotadores del transporte público que, como ya se prevía, aumentaron el costo del pasaje sin dar importancia no sólo a las autoridades sino al estado de derecho.
No es primera vez que sucede y seguramente tampoco será la última ante la impotencia, por ramplonería, de las autoridades comunales, departamentales y nacionales y ante la impunidad en que se mantienen esas pocas personas en regímenes de fuerza o de ley, que desconocen cínicamente cuando les conviene y usan y tiran cuando no.
Contradictoriamente a sus sofismas sobre el costo de vida, éste ha bajado en el último mes y ni siquiera el anuncio del doble aguinaldo y la demagogia de analistas y otras yerbas ha provocado que suba, aunque algunos insistan en que sí lo ha hecho, pese al mentís del mercado.
En todo caso, como decimos no es primera vez que no sólo amagan al régimen gubernamental de turno sino comprometen la situación de la ciudadanía en general y, como si no fuera suficiente, es el sector que se beneficia de exenciones, tributos, libre importación y una serie de canionjías que ha hecho ricos a quienes conforman el sindicato al estilo americano. No hace sino unos pocos días que el gobierno actual comprometió un importante crédito para que estos abusivos puedan importar nuevas unidades de transporte y ya vemos cómo responden.
La realidad es que, así hubiese habido un alza del precio de los carburantes, de los repuestos y demás accesorios, que no se dio, subir el costo de los pasajes no se excusa siquiera porque la atención que se brinda es de las más pésimas del mundo; en primer lugar, no se cobra lo impuesto anteriormente porque, de 1,70Bs, se impone 1,80, dizque, por falta de menudo; en segundo lugar, los vehículos son destartalados; en tercer lugar, los conductores no sólo son mal educados sino incapaces de conducir esas chatarras y se nota en frenadas bruscas, arranques violentos y en un desconocimiento olímpico de la señalización y el Reglamento de Tránsito.
Lo que pasa es que se imponen los intereses sectarios y partidistas y a los explotadores del transporte público sólo les superan los trotskistas cuando se trata de maniobrar en el ambiente de la politiquería nacional ya que son capaces de transar con Dios y con el diablo.
¿Dónde están los fiscales que debieran hacer cumplir las leyes?

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