Uno de los sofismas que más se usa en el mundo es eso de la objetividad. Cuando alguien no quiere escuchar lo que le dicen, hay que ser "objetivos"; cuando la realidad golpea a la ficción, hay que apegarse a la "objetividad". En los medios de comunicación se machaca mucho sobre el tema; pero la realidad es que son "objetivos" sólo cuando son sumisos a quien les financian directa o indirectamente; Don Demetrio Canelas decía que su diario era independiente pero no imparcial y era una forma de definir eso de la libertad de expresión que, forzosamente, tiene un punto de vista que es influenciado por varios factores y no una entelequia que se usa para defender la sumisión, la dependencia.
Los empleados del BM y el FMI asolaron parte de la tierra y entre sus "apóstoles" que plagaron el mundo los más sólo reclamaban objetividad, es decir, sumisión incondicional a unas fórmulas en las que, probablemente, ni ellos mismos creían porque nadie las había puesto a prueba y, además, contradecían el sentido común.
Cuando en un seminario al respecto se dijo tantos sofismas y mentiras descaradas sin que nadie se atreviera a contradecir nada por no aparecer como no objetivo; ya en el almuerzo pudimos aconsejar a quienes así actuaban y proclamaban que si querían ser fieles a su objetividad, empezaran por bajarse los pantalones a los que respondieron con muestras de fastidio pero nada más; nadie salió en defensa de su dignidad o, al menos, de sus pantalones.
Esta es la objetividad del cientificismo donde se trata de sustituir el clero religioso por uno cientificista y hasta se arman inquisiciones donde la verdad asume, teóricamente, su más elevado grado de objetividad, de verdad revelada, de indiscutible, cuando no de sagrada. Antepónganle el sentido común a cualquier cientificista y les reclamará que hay que ser "objetivos"; por eso es que se admira y sacraliza, la televisión, la radio, las computadoras, la cibernética, por mucho que quienes tienen su uso conozcan lo mínimo de su funcionamiento y, la mayor parte de las veces, ni eso.
Cuando la politiquería ha sustituido a la política es cuando quiso ser objetiva, es decir, práctica, útil para el usufructo, para la avaricia, para el sectarismo, porque hasta la democracia se ha convertido en algo "objetivo" aunque no alcance los suficientes votos para ser tal, por mucho que se diga en los reglamentos, en las leyes, en las supersticiones.
Y, a propósito, como la moral también se ha convertido en algo objetivo; ha firmado su propia acta de defunción.
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