Hoy que todo se quiere reducir a una imagen y se confunde intencionalmente publicidad con propaganda, la verdad con el sofisma, la apariencia con la realidad; ya no se puede saber qué es lo que tenemos y dónde estamos.
Ha muerto Mandela y se quiere aprovechar su figura para hacer pasar cuervos por palomas y no viene de hoy sino de antes; de cuando el líder sudafricano agonizaba y no faltaron quienes fueron a su lecho para sacarse la fotografía, para hacer creer que le rendían culto y lo único que perseguían es hacerse ver. Curiosamente, más han sido los negros de alma los que así han procedido.
Y, aunque ya no es raro, la probable futura habitante de La Moneda reitera que el que Bolivia acudiera a un tribunal de justicia, enturbia las relaciones que se puedan tener en el futuro, como diciéndoles a los ingenuos que no crean en su amistad o compromiso con esto o lo otro.
Las palomas de la paz son cada vez más escasas en un mundo donde abundan los cuervos u otras aves de presa que, especialmente desde la obscuridad, atacan para matar. Y no es necesario abastecerse de arsenal alguno sino simplemente de desfachatez, de desvergüenza, de cinismo. Así se puede conquistar o entrar en cualquier palacio sin tener ni el valor ni la templanza de Mandela para hacer frente a la situación; ya no se trata de mostrar afanes ciertos de paz sino simples caretas que esconden las verdaderas intenciones.
Hay una incertidumbre mundial sobre el presente y el futuro de la humanidad que ya no se puede traducir con simples imágenes y, peor todavía, cuando los artificios para manejarlas se multiplican y nos pueden hacer ver siluetas deseables donde sólo hay gordas horrorosas o la cirugía estética llena y rellena huecos o quita sobrantes y defectos. Y como si fuera poco los medios son cada vez más simples vendedores que han renunciado a su papel de informar, orientar o educar y todo se reduce a vender el cafecito que se invita, la moda que se promueve o la silla donde se sientan los protagonistas del fraude.
Imágenes, símbolos y carteles son los arsenales del nuevo enfrentamiento; allí donde algunos ven una paloma no hay sino cuervos para sacarnos los ojos; las pieles de oveja esconden los nuevos y redivivos zorros; las liebres ya no se echan a dormir para dar oportunidad a las tortugas; ya las zorras no renuncian a los frutos inmaduros, igual se lanzan sobre ellos.
Hay tal falsedad que ya uno no sabe si está perdiendo la capacidad de percibir y mirar bien las cosas o los demonios se encargan de hacerle ver que allá donde aparece el brillo del oro, no es más que estercolero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario