martes, 17 de diciembre de 2013

¿MÁS O MENOS?

El presidente Morales acaba de plantear alargar la jornada escolar a 7 horas y, lógicamente, diversas reacciones no se han dejado esperar.
En primer lugar, el Ministro del ramo dice que debiera ser sólo en el ciclo secundario; para los "maestros" les da lo mismo si les pagan; para los niños estaría bien, para los padres de familia, habría que darles almuerzo, para otros, no hay infraestructura.
Pero lo fundamental, si la cuestión se reduce a cantidad, no se está tocando. Porque con los actuales "maestros", la jornada puede ser de dos o veinte horas que el resultado siempre será el mismo: fracaso. Por lo demás, si analizamos los resultados de la ponderación del sistema en varias oportunidades, es decir, que el alumno, lee mal, escribe peor y no tiene razonamiento lógico; la solución no está en la cantidad de horas sino en la calidad docente.
Y, si es la calidad lo importante, las reformas no pueden darse sólo en Secundaria sino que, más bien, tendrían que hacerse en Primera, que es donde debe enseñarse a leer, escribir y razonar con lógica, si por tal entendemos, básicamente, el cálculo matemático y si mental, mejor.
Lo que está mal y ha estado siempre mal, es la calidad docente; son muy pocos, poquísimos, los que responden a las necesidades de los alumnos y, generalmente, son los que menos se fijan en salarios u honorarios, en el vil metal. Y si es éste factor el conflictivo, no lo es menos la sindicalización que es su producto y que ha llegado a tales extremos que hace tiempo se mantienen en manos de los autodenominados trotskistas que, si conoce usted algunos, concordará en que son los que menos piensan y actúan en base a eslogans introducidos a hachazos en su cerebro.
En varios países del mundo las reformas han dejado atrás las teorías y se centran en, aparentemente, pequeños objetivos: leer y entender, escribir apropiadamente y manejar ágilmente las cuatro operaciones fundamentales; lo demás viene por añadidura y, para conseguirlo, no han hecho otra cosa que acudir a las universidades en busca de los mejores egresados.
Y es lo que no se quiere hacer en Bolivia donde el sofisma de las "normales" no sólo que persiste sino que se extiende y se construye en base a la misma tara: la mediocridad docente.
Reducir las cosas a los horarios de los alumnos es una manera ramplona de ver las cosas y aunque el Presidente peca de buena intención, no por eso se puede dejar pasar algunas opiniones que, más que aciertos, son errores.

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