Es conocida la historia de un rey que acudió a la pitonisa para preguntar sobre la guerra que pensaba emprender y la respuesta que le dio advirtiéndole que destruiría un reino; interpretando como favorable la consulta inició la guerra y destruyó un reino: el suyo.
Hoy las sibilas, las pitonisas y demás adivinadores ya no funcionan como antes, se llaman: analistas y los hay de todo tipo; desde los que ostentan títulos rimbombantes hasta los que pertenecen a corporaciones o universidades. Los resultados no son los mismos; al parecer los antiguos tenían mayor porcentaje de acierto que los actuales, se dediquen o no profesionalmente al tema.
Después que el Gobierno aprobara el pago de un doble aguinaldo como incentivo a la producción, contrariamente a lo que seguramente esperaban, se les vino el mundo encima. No sólo opositores, majaderos, analistas y hasta beneficiarios levantaron la voz sino que se auguraba el inicio de las catástrofes más graves para el país y, dentro de ellas, una "inflación" imparable.
Pues ayer estuvimos por el mercado y no ha sucedido así; los precios si no se mantienen estables incluso han bajado, hay de todo y si alguna molestia queda es la de los explotadores del transporte público que están jugando sus cartas dentro de la politiquería local anticipadamente.
Sin embargo, persisten las críticas por esto o lo otro en extremos que llegan a lo risible ya que los que más critican no renuncian a lo que van a recibir, como en el caso de parlamentarios nacionales, departamentales o locales que se desgarran las vestiduras públicamente pero que seguro que ya están pensando cómo y dónde van a invertir lo recibido. Recuerdo que hace varios años, cuando el neoliberalismo anunció el pago de un bono a los mayores de 60 años, a través de una libreta rosada, con los símbolos del partido de gobierno, que no tuvo empacho alguno es admitir que era una medida "política", varios ciudadanos se negaron a cobrar el soborno y así lo hicieron.
Y es que en Bolivia tenemos problemas con la memoria y con la historia; no es la primera vez que se dispone un doble aguinaldo, como no es primera vez que se acude al Tesoro General para hacer campaña, como tampoco es primera vez que se echan ceniza en la cara los opositores; pero después todo pasa: la bonanza, el régimen de que se trate, el beneficio y el escándalo.
Lo mismo que los agoreros, malos o buenos, cuyas adivinanzas hay que tomarlas también desde el origen de los vientos que les soplan porque tampoco son inmunes a la propaganda o el soborno y si hoy pueden decir que todo es negro, mañana nada raro que digan que es rosa.
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