Hace pocos días hablábamos de "la clima" y cómo había cambiado que ya no podemos reconocer a la "llajta". Pues resulta que anoche, en una tormenta que se hizo sentir con rayos, truenos y demás elementos, cayó una granizada que, según unos, alcanzó a 20 cms., mientras otros afirman que a 50; sea cual sea la altura no hay que olvidar que estamos en verano y casi nunca veíamos no sólo granizo sino nevada como la que hizo presencia en las cumbres del Tunari ha pocos días. Por lo demás tener temperaturas o sensaciones que rozan los 12 o 13 grados es como para sospechar que alguien nos cambió de sitio.
Y así como el cambio climático, el calentamiento global o lo que fuera amenaza el ambiente, así también, más que como una promesa como una amenaza, los partidos y candidatos amagan con amargarnos el año desde el mismísimo 1 de enero.
De todas maneras seguramente tendremos un año movido no sólo porque han quedado cuestiones pendientes, como el tema de la restricción del consumo de alcohol los lunes, sino porque los vivos empiezan a alistar sus acciones para hacerse un lugarcito en las listas de candidatos de "movimientos sociales" o partidos y nada mejor que aparecer como que se puede mover masas.
El panorama en general no es halagüeño porque a la probable mejora en los niveles económicos le sigue este período preelectoral que no tiene nada que ver con la democracia sino más bien con el mercado y se introducirá en todos los resquicios sin otro ropaje que el desparpajo, la desvergüenza y la hipocresía.
Los separatistas ya aparecen como unionistas; los sectarios lo mismo, los demagogos como políticos y hasta filósofos y los lobos como corderos; cualquiera diría que la gente no les a a creer y no se dejará sorprender, pero es como esperar peras del olmo o que se congele el infierno.
Y, si acudimos al sentido común o a la razón, podemos preguntarnos, por ejemplo, ¿para qué sirven los gobiernos municipales? Porque tengan autonomía o no siguen siendo simples oficinas prebendales donde se puede negociar todo; desde la hipertrofia de la ciudad, hasta la explotación del mal llamado transporte público, pasando por una variedad de asuntos como el recojo de basuras, el negociado en las compras, la intervención del gobierno central para hacer obras, el aumento de los impuestos y las tasas sin que nadie pueda reclamar, el pago de dietas y otros beneficios a los que nada hacen o esa majadería de aparecer enfrentados entre oficialistas y opositores sin otra cosa que la duda de saber quién se lleva la corona de la estulticia.
Así estamos a fin de año y, con seguridad, seguiremos en el año que viene porque a nadie le interesa el bien común, la democracia o la ley o la inteligencia porque la inversión se ha hecho moda en el planeta donde en muchas partes ocurre lo mismo y no es ningún consuelo sino signo de alarma.
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