Uno de los peores azotes de la conquista española es, sin duda, el colonialismo intelectual; porque, desde entonces, nos empezamos a dividir entre unos y otros, izquierdistas, derechistas, reaccionarios, revolucionarios, pensantes o no pensantes; pero siempre la misma división y polarización.
A la distinta forma de la concepción andina del hombre y del universo, le sustituyó la ignorancia que pretendía, por ejemplo, la tierra plana o como centro del cosmos.
Mucho se habla, en estos días, de descolonización; pero, paradójicamente, desde la mira del colono intelectual, pero colono al fin; porque desde Marx, Bakunin o Smith, lo que se quiere imponer es cierta forma de pensar y de hacer, lo que resulta, desde ya, una restricción del pensamiento, de la autenticidad, de la libertad.
Por eso es que nos duele cuando escuchamos el vice hablar de revolución o de libertad a los jóvenes, sean comunistas o no, porque es la negación perfecta de lo mismo que postula. Y no sólo eso, sino un anacronismo exasperante porque está fuera de la realidad pues el marxismo ya ha muerto, la anarquía no es posible y la única manera de enfrentar la crisis del planeta es encontrando una manera diferente de ver las cosas y la realidad; no con fórmulas gastadas y raídas.
Peor todavía, cuando vemos o escuchamos algún "descolonizador" que nos presenta programas liberales o no hace otra cosa que citar autores fulanos o zutanos, sin mostrar una pisca de su propio pensamiento, como un anterior ministro de Educación que amenaza con ser candidato y que se presenta como prolífico escritor y si uno asume la fatiga de ver sus obras, se encuentra con un enmarañado tremendo de citas de zutano o mengano.
Si queremos descolonizar algo, no podemos hacerlo desde el propio colonialismo explotador; sea de izquierda o de derecha.
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