Uno de los signos más evidentes de la majadería de eso que se llama politiquería y funge como política, es su manía de personalizar, individualizar, magnificar su discurso y, por lo tanto, nada dice de su carácter de oposición, por ejemplo, al régimen de que se trate.
Es lo que estamos viendo cuando se acude a lanzar sospechas sobre las obras que llevan el nombre del Primer Mandatario o cuando se trata de hacer ver que los "cocaleros" o fulano o zutano hace esto o lo otro. Hasta el momento nadie ha hecho una exposición de los motivos ideológicos que sostiene para oponerse al gobierno actual, y hay muchos; pero por lo mismo están pasando desapercibidos por lo que, en lugar de contrarios, los opositores resultan siendo cómplices de lo que critican.
La majadería no sólo es importunidad y pedantería sino también necedad que es lo más se nota en el discurso y la pose de los que aparecen en las noticias como descubriendo la pólvora y queriendo sorprender a la gente.
La política, y la democracia en particular, para perfeccionarse, antes que un disfrute del oficialismo, necesita de una oposición fuerte y vigorosa ideológicamente que es de lo que adolecen quienes gozan también de curules, dietas, viáticos, etc., sin protesta.
Por eso es que no hay candidatos que oponer a la reelección, sea legal o ilegal y, al final, mucha gente tendrá que conformarse con votar por el mal menor que buscar nuevas opciones, porque no las hay.
¿O se quiere hacer de la majadería política de Estado?
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