Muchas veces se dice que los pueblos se expresan a través de sus tradiciones y costumbres, que son la historia viva. Pero ocurre, también, que algunas de esas expresiones se abandonan por una variedad de circunstancias.
Es lo que ha sucedido con "San Juan", una fiesta antigua muy parecida al carnaval, donde se rendía culto al fuego y el agua; pues, aparte de encender fogatas, se jugaba con agua, pese a las bajas temperaturas del ambiente; todo, como una celebración de las actividades agrícolas y los períodos astronómicos.
La contaminación, producto esencial de las ciudades, ha hecho desaparecer esta costumbres ya que la tradición se convirtió en una competencia por ver quién contaminaba más, si el que quemaba llantas o aceite sucio; porque el combustible acostumbrado de estas fiestas, la leña, no sólo que escaseaba sino que era difícil de obtener porque ya los campos iban siendo abandonados a kilómetros de las ciudades.
Con la fogata ha desaparecido un acontecimiento familiar, social, que procuraba fortalecer la comunicación y la sociedad en sí misma; porque siendo el citadino un solitario o desconocido dentro de la multitud, ya no necesita de estos actos y, peor todavía, había que agudizar su desarraigo.
Siendo parte del calendario agrícola, la noche de San Juan y San Juan mismo, no podían sobrevivir en las ciudades y así ha sucedido y es una lástima porque no solo que nos aleja de nuestros orígenes y tradiciones sino de nuestra identidad.
Lo curioso es que se ha sustituido con usos que nada tienen que ver con tradiciones o costumbres, como el consumo de salchichas o embutidos que sólo el mercadeo comercial ha impuesto y que es una sustitución hasta ignominiosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario