¿Qué es más estúpido, destrozar parte de un edificio o votar por consigna? Cada cual elija la respuesta que quiera para confrontar con lo que viene sucediendo en Cochabamba, donde los hijos de los cocaleros del trópico los han hecho quedar como salvajes al destruir parte de oficinas públicas; como si no fuera suficiente dieron más muestras de estulticia al declarar que no fueron ellos sino "infiltrados" los responsables; en cualquier caso, se ve que la cabeza no los acompaña frecuentemente.
Lo mismo ha sucedido en el Concejo Municipal del Cercado, donde el voto por una nueva directiva se ha saldado en pocos minutos, los suficientes para dar curso a la consigna que, previamente, había acordado reducir la democracia al servilismo partidista y obrar en consecuencia.
¿Qué porvenir espera a la ciudadanía en general si, en determinado caso, los universitarios asaltantes de edificios y del sentido común se hacen profesionales un día? ¿Qué nos espera de un Concejo reducido a feudo partidista exactamente lo mismo que cuando la "clase política" disfrutaba del erario municipal para mantener sus conmilitones contentos? ¿Quién o quiénes harán cumplir las leyes de sentido común o del bien común? Las respuestas posibles son inquietantes porque a nada bueno pueden conducirnos; peor todavía, cuando nos hacen recordar lo dicho por Nietzsche: ¿Por qué se pudren nuestros frutos? Porque ya aquello del cambio se ha podrido, lo de la unidad en la diversidad está en tela de discusión y rige la ley de la ventralidad, antes que de la inteligencia. Lo mismo se trate del oficialismo que de la oposición, de la derecha que la izquierda, de arriba que de abajo.
Y cuando se reunen estulticia y burrocracia es mejor tocar las sirenas de la alerta, antes que a algún vivo se le ocurra decir que no sabemos vivir en democracia y nos regale un tirano de su galera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario