Con características de escándalo, algunos medios, han informado sobre el reto de una diputada a uno de sus colegas para verse en la calle y romperle la jeta; lo que no es más que una anécdota más en la politiquería criolla.
En el pasado, cuando todavía se podía hablar de ejercicio de la política, los retos no eran para verse en la calle y medirse a puñetazos sino en la arena del honor para batirse a duelo; hay varios ejemplos que se han recogido aunque también se han dado interesantísimos duelos ideológicos entre legisladores que dieron, verbigracia, como fruto la Creación de la Pedagogía Nacional, de Franz Tamayo con su oponente Guzmán, o la contundente respuesta del primero a Fernando Diez de Medina a raíz de ciertas divergencias. Existen también testimonios valiosos en los manifiestos de Unzaga de la Vega, en contra de la alianza movicomunista que gobernó el "doble sexenio" y donde la persecución, la muerte, el exilio, eran pan de cada día. Lo que hace que quejarse del "acoso" sea apenas un muestra de humor forzado.
Este reto de verse en la calle sería más saludable si se traslada al campo ideológico y programático ahora que algunos oficialistas hacen defensa del sistema estalinista de gobierno y piden servilismo, en lugar de convicción, o acatamiento en lugar de disciplina; mientras unos se esfuerzan en presentarse como pensantes y otros no tanto; aunque la actividad neuronal, de todos modos, se esté extinguiendo.
Y es eso lo que hay que rescatar de la política para que no siga siendo politiquería soez y no continúe en manos de quienes piensan con las tripas, las hormonas o las patas.
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