Mucho se habla, en favor o en contra, de la independencia de poderes; ¿pero se puede alcanzar? ¿Qué beneficios tendría?
En primer lugar, hay que aclarar que dentro del Estado, nada puede ser independiente, ni siquiera el individuo porque la vida en sociedad nos obliga a una serie de deberes y derechos que se debieran priorizar así: primero los deberes. Por ende, de lo que se puede hablar es la coordinación de los poderes del Estado, preservando que ninguno de ellos sea subalternizado a otro; pero, en realidad, suceden cosas que no tienen explicación lógica: 1) El que el vice presidente sea, además, presidente de la Asamblea, que importa ya una intromisión de un poder sobre otro, es decir, del Ejecutivo en el Legislativo. 2) La existencia de un Ministerio de Justicia que, lejos de procurarla, lo que hace es opinar, cuando menos, respecto a las labores de los administradores de las leyes. 3) La falta de idoneidad y moral en muchos de los que fungen como magistrados y, por lo tanto, dan rienda suelta a la corrupción que no siempre viene de otros poderes sino también de personas o empresas del ámbito no oficial.
Hay pues factores "constitucionales" que hacen a la intromisión y la inviabilidad de la independencia de poderes que, como decimos, debiera ser más bien una coordinación en procura del bien común, de la justicia y el imperio de la ley.
Pero de lo que carece nuestra política, que más bien es politiquería, es precisamente de falta de idoneidad y de moral, por lo que no debiera sorprender a nadie que haya corrupción en todos los entornos del poder, sean públicos o privados.
Y mientras no haya independencia, o coordinación, y moral, por ende, ética, es difícil hacer nada; peor todavía cuando las piedras nos las ponemos nosotros en los zapatos.
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