Como casi siempre ocurre apenas faltan algunos días para que nos veamos envueltos en una controversia inútil y estúpida. Se trata del anuncio de los resultados del censo y el consiguiente problema o supuesto problema de tener que asignar escaños en el parlamento.
Porque ya hay politiqueros y hasta "cívicos" anunciando que quieren más o que no soportarán menos; sin darse por enterados que no se pueden hacer modificaciones sustanciales a la actual situación porque la CPE lo impide, ya que el número es inmodificable, mientras no haya una reforma, y porque una verdadera democracia debiera servir más a los que tienen menos que al revés.
De otro lado, ¿quien y cómo se puede justificar el aumento o disminución de escaños? Porque, a estas alturas del partido, las cosas siguen con la misma ineficiencia e impostura que la "clase política" dejó como herencia y como infiltración en los movimientos sociales, sindicatos o "indígena-originario-campesinos" porque tanto en el Asamblea como en los consejos o concejos, sigue vigente el levantamanos, por muy vacío de cráneo que se precie por "disciplina" o "centralismo democrático", lo mismo entre el oficialismo que la oposición.
Y, como no muestran resultados, lo único en que puede gravitar el mayor número de diputados, consejeros o concejales es en el erario, nada más que en la percepción sinvergüenza de sueldos, viáticos y demás yerbas. Pero la democracia seguirá con los mismos males que pretendieron ser superados con el cambio de actores; pero que se limitó a eso: cambio, sin transformación.
Lo que habría que hacer es cualificar la representación y no por letras más o menos sino por reglas morales y conocimientos políticos.
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