Uno de los sofismas que la oligarquía chilena ha mantenido en contra de la reivindicación marítima boliviana, es la cuestión de la supuesta soberanía para no ceder "sus territorios". Y es que es completamente falso porque la invasión del territorio patrio y su conquista como botín de guerra, no le da ninguna soberanía sobre lo ocupado por las armas. No hay pues tal soberanía.
Y se puede demostrar por la historia de una variedad de naciones guerreras que, al final, tuvieron que devolver el territorio conquistado o lo perdieron en otra guerra; los ejemplos más recientes están en la denominada segunda guerra mundial que trajo aparejados despojos y restituciones de territorios ajenos.
De otro lado, la sofística soberanía que alude la oligarquía chilena, tampoco puede ser tal porque su ejército apenas fue el instrumento de los intereses ingleses que tenían el ojo puesto en los recursos del guano y del salitre; en realidad, los chilenos casi nada tuvieron que ver en la contienda; a no ser poner los muertos y heridos.
Etimológica e históricamente hablando, la cuestión de soberanía que mantiene la oligarquía chilena es inexistente o, en lo mejor, usurpada y no constituye derecho; peor todavía cuando la potencia sucesora de la inglesa trata a su primer mandatario, como trató Obama a Piñera en su visita a la Casa Blanca: como un sirviente atrevido sentándose en su escritorio.
Lo que hay que rectificar, es que los gobernantes chilenos no cayeron en la trampa de los bolivianos sino en la trampa de sus propias mentiras.
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