jueves, 1 de marzo de 2012

ECONOMÍA DELICTIVA

Hasta ahora ha pasado hasta como anecdótica o de "vivos" en país de zonzos; pero la economía clandestina empieza a crear preocupación entre personas que, desde hace mucho, percibimos que no podía llevarnos a mejores situaciones.
Y es que el contrabando, el narcotráfico, la piratería y la delincuencia organizada no pueden generar más que eso que están creando en nuestras ciudades grandes o pequeñas: Violencia. Y, si nos fijamos sin anteojeras, es el resultado de nuestra propia miopía o de nuestra condescendencia con los delincuentes porque los hemos visto como "vivos", como modernos o como bien adaptados a las circunstancias, sin tomar las medidas estructurales para terminar con ellos, antes que ellos terminen con cualquier institucionalidad. Lo mismo en Santa Cruz, donde el ajuste de cuentas es casi diario, que La Paz, donde la delincuencia hace estragos o Cochabamba, la delincuencia nos está ganando y se manifiesta no únicamente en esa inseguridad diaria y cada vez más aguda sino también en el consumo excesivo e irresponsable de alcohol por nuestros jóvenes o su vida desordenada por seguir modas que nada tienen que ver con nuestra realidad y que, en parte, es culpa también de sus padres, otros irresponsables que han olvidado su papel en la orientación y educación de sus hijos. Y no se va a salvar con ordenanzas o medidas coercitivas sino con la retoma de una vida institucional y tradicional que vamos perdiendo porque tenemos miedo a la libertad, a la autodeterminación, a la autenticidad y nos hemos hecho prisioneros de la imitación, la alienación y las corrientes de ciertas subculturas que no debieran tener cabida en nuestros entornos.
Lo malo, es que está involucrando a pueblos, sindicatos y asociaciones, desvirtuando la propia vida en comunidad organizada, estable y en paz.

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