No es primera vez ni va a ser la última que muchos postulantes a la universidad sean reprobados en los exámenes de ingreso porque no sólo que el sistema educativo del país sigue con deficiencias sino porque, curiosamente, las mismas carreras de hace décadas siguen siendo la preferidas, como Derecho, Medicina, Economía, cuando las necesidades de la industria debieran condicionar un abanico de carreras de licenciatura o los varios niveles de técnico en cuestiones más bien de tecnología; pero no es así y, lo peor, es que algunos padres apoyan la incapacidad de sus hijos con supuestas situaciones de discriminación, preferencias o malos manejos que, también algunas veces, se ha dado en los campus universitarios.
Lo que pasa, estructuralmente, es que el sistema de educación en Bolivia se sigue manejando con intereses "sindicalistas", de los que han hecho feudo corrientes seudo trotskistas o comunistas con el único afán de hacerse de las cuotas de miles de profesores que no participan de esos manejos y, es más, los repudian pero no hacen nada para cambiar la impostura.
Lo primero, por lo tanto, para reformar la educación, es devolverla a quienes pueden mejorarla, es decir, los verdaderos maestros, los pedagogos y las autoridades administrativas del Estado, que son quienes pueden hacer que venza su situación de dependencia partidista y se adecúe mejor a las necesidades y expectativas de los niños y jóvenes del país. Mientras tanto, todavía quedan miles de estudiantes que se darán de narices contra las puertas de la "U".
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