Esto de patear al caído o de hacer leña del árbol caído, es un "deporte" que los latinoamericanos hemos adquirido seguramente de nuestra "herencia hispánica"; porque los lazos sociales y la organización del Incario no permitían estas acciones.
Un magistrado boliviano, en un momento de aguda estulticia, ha asegurado que consulta sus fallos judiciales con la hoja de coca y aunque no habría nada que objetar porque todo sale de la formación cultural de cada uno y se puede ser estrictamente ortodoxo o iconoclasta, como muchas veces se ha visto en la historia; pues ha sido motivo para que el mundo se le venga encima y más todavía los que no tienen una identidad definida y no se termina todavía de darle palos al pobre.
¡Qué mala leche! Diría alguien para hacer más gráfica la situación del pobre personaje porque queriendo ser auténtico, tal vez, resultó haciendo el ridículo. Y es que nos negamos a entender la realidad del mundo. A partir del Renacimiento se ha sustituido la intuición por la razón, la magia por la supuesta objetividad y sofisticados con estas "maravillas" hemos perdido el rumbo de la humanidad y nos hemos hecho simples esclavos del materialismo. Con razón a principios del siglo XVI alguien decía que la ignorancia se había titulado porque cualquier zopenco aparecía con cartones falsos o legítimos pero que no daban ninguna cuenta de idoneidad. Sigue pasando lo mismo y hay "intelectuales" que, las más de las veces, sueltan la carcajada, aunque casi nunca sepan de qué se están riendo; si del ridículo ajeno o del propio porque basta ver las noticias para percibir cómo algunos están descubriendo su propia estupidez.
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