lunes, 12 de marzo de 2012

EN EL ESPEJO

Mirarse en el espejo es, aunque no se crea, una actividad que muchos no quieren hacer; aunque pasen horas ante él para contemplarse. Y es que no sólo el espejo refleja la imagen más o menos real del individuo sino que sirve también para distorsionarla de acuerdo a las conveniencias del espectador; así una vieja puede verse cada vez más joven o una joven puede aterrorizarse ante las primeras canas o arrugas. Todo es pues cuestión más bien sicológica que objetiva.
Lo mismo pasa con los pueblos; Argentina con su Proyecto Nacional de la Universidad de Tucumán, que definía al argentino que: "aquel que menos argentino es", por la gran migración y mestización que sufrieron; el Perú con su Proyecto Inca que fue abandonado o Bolivia que no puede recoger el legado de Franz Tamayo y la redención del indio y, consiguiente, valorización del mestizo.
Hoy el censo nos pone ante la misma situación de negación; no se quiere introducir la palabra mestizo no únicamente por ignorancia sino porque se juegan unos intereses liberales y, paradójicamente, de lucha de clases, que se prefiere mantener es estato quo y no admitir que la Constitución neoliberal aprobada hace poco, fue un error de magnitud que todavía no está causando todo el daño que puede causar por la intromisión de organismos no gubermentales, por la incapacidad de la mayoría de los constituyentes y la falta de preparación de casi todos ellos; sean del llamado oficialismo o la oposición.
Pero vernos en el espejo y admitir lo que vemos, es la única manera de ser revolucionarios, auténticos, originarios porque a partir de esa identidad hay que reconstruir el Estado, la política, el porvenir y muchos le temen a eso y por eso es que quieren hacer del censo lo que muchas veces se hizo en la historia de la humanidad: iniciar la persecución de los no gratos; como cuando se anunciaba el nacimiento del Redentor, se hacía listas de los "progroms" o de los "contrarevolucionarios" y que, en el caso de Bolivia, dio también inicio a la apertura de las cárceles y campos de concentración para quienes estaban en contra de la dependencia y el partidismo sectario, como en el llamado doble sexenio.

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