jueves, 16 de febrero de 2012

TRADICIÓN Y DISTORSIÓN

Muchas de nuestras tradiciones más emblemáticas están siendo distorsionadas por el consumismo y la venta indiscriminada de alcohol; es lo que se ha producido lamentablemente en Cochabamba donde, el año pasado, muchas fueron las mujeres que dieron rienda suelta a su alienación y tuvieron que ser rescatadas por las brigadas policiales o las ambulancias, de las calles de nuestra ciudad.
La cuestión parece hasta de mojigatería; pero no es así. Porque el excesivo consumismo, la abundante propaganda directa o indirecta de bebidas alcohólicas, aun cuando sea con el cartelito de disfrutar racionalmente, crea una corriente que ve en el consumo una manera de ser actual, de estar a la moda y, consiguientemente, se es presa no sólo del consumismo sino del mismísimo materialismo porque, a título de tradición, lo que hace es más bien distorsionar estas actitudes o costumbres que, otrora, caracterizaban nuestros pueblos. En el caso del carnaval, por ejemplo, el tradicional de nuestros valles era un punto de atracción no sólo por las coplas o la música sino también porque el calor de la gente hacía de estas fiestas un disfrute completamente gratuito, placentero, sin excesos. No es lo que está pasando con las fiestas distorsionadas de comadres o compadres o el propio carnaval que, cada vez, pierden más que ganan con tanta propaganda y los sofismas de tradiciones o costumbres.
Lo primero que habría que hacer es rescatar estas tradiciones pero tal como eran y no como simples acontecimientos del mercado, del consumismo, de la estulticia.

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