Hasta ahora la civilización occidental ha hecho más cientificismo que ciencia, si comparamos los logros de otras épocas históricas como la egipcia, la maya, la tiwanakota. Sin embargo, algunos "maestros" pretenden invalidar la reforma de la educación que se intenta ejecutar ahora en una aparente contradicción entre ciencia y sabiduría; lo que pasa es que el "dogma" de la ciencia todavía pesa en muchas mentes y se quiere desconocer la sabiduría, esos saberes ancestrales de que algunos hablan y otros distorsionan. Porque si bien es cierto que los alcances del conocimiento ancestral pueden ser mejores, no hay que olvidar que las sociedades que las alcanzaron están en decadencia o declinación, igual que la Cultura Occidental que ha perdido casi todos sus pilares, como la razón griega o el arte latino y apenas conserva cierto cristianismo.
Lo que pasa es que hasta para analizar las cosas nos vamos por las ramas, tomamos el rabo por las hojas, como se suele decir, y andamos por peteneras. Si algo habría que observar en la actual y otras reformas pasadas, en su falta de ideología, es decir, de ideología nacional porque mientras algunos nos quisieron hacer como a los yankis o alemanes otros pretendían modelarnos como en el estalinismo. Muy pocos han basado sus propuestas en esta necesidad interna de autenticidad; habría que mencionar a Tamayo, a Oscar Unzaga de la Vega y, tal vez, algunos más que se nos va de la memoria; pero la mayoría de las propuestas de "reforma" han sido hechas más bien por "asesores" que por entendidos nacionales y ahí están los resultados: de fracaso en fracaso y de gasto en gasto aunque los argumentos nacionalistas, por decir algo, quedan; están, por ejemplo, en la "Creación de la Pedagogía Nacional" de Tamayo o en la "Carta al Maestro Boliviano" de Unzaga y que habría que revisar para no alejarse ni de la ciencia ni de la sabiduría y continuar el proceso de creación de la identidad nacional, fuerte, libre y auténtica.
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