domingo, 12 de febrero de 2012

POR CUATRO TROGLODITAS

Aunque parezca exagerado, es lo que se puede decir a propósito de la amenaza de clausura que el Ministro del ramo ha hecho pública por la discriminación que afecta uno de los colegios más prestigiosos del país: El Bolívar de Cochabamba.
Y es que es una lástima que cuatro trogloditas, ignorantes e impostores pongan en tal situación a muchas familias que no aparecen en las escenas vergonzosas de los informativos, en las absurdas manifestaciones callejeras, en la negativa a la integración y el hecho debe llamar la atención profunda de toda la ciudadanía porque es apenas la punta del iceberg; porque también hay otros ejemplos y escenarios donde se puede percibir esta impostura, la demagogia, la estupidez como único argumento. Ahí está el ejemplo de la carretera Cochabamba-Beni, la invasión del Parque Tunari, el avasallamiento de la propiedad privada, el acaparamiento del transporte público por unos cuantos sinvergüenzas y explotadores, la especulación de nuestros mercados por pocas familias que se han apoderado ilegalmente de esos sitios, los bloqueos ilegales y sin excusa jurídica que se suceden diariamente, la producción de ruido por los comerciantes y vendedores de alcohol y que daña a muchos, la intromisión de organismos extranjeros en asuntos internos, la explotación de recursos naturales sin ningún agregado, la hipertrofia de las ciudades en desmedro del bien común, el abandono de otros pueblos por la migración, el delito del narcotráfico que ya ni siquiera es nacional, el ocultamiento de productos de la canasta familiar para producir su escasez y alza en el precio, la inutilidad de las autoridades respectivas para reaccionar ante delitos flagrantes, la molicie del llamado Poder Judicial ante lo mismo, la corrupción en las filas policiales y un largo etcétera porque, en verdad, no representan al boliviano, al trabajador, al que acata las leyes y sabe del bien común.
Pero ahí están: Cuatro trogloditas poniendo en riesgo toda una institución, cientos de familias, miles de personas, la institucionalidad y, más que todo, el sentido común y la racionalidad. Impostura, usurpación, ignorancia subversiva; todo junto y, curiosamente, la sociedad impotente.

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