Uno de los problemas fundamentales de la actual CPE, y lo dijimos oportunamente, es el sectarismo que prevalece sobre el bien común, es decir, la voluntad particular sobre la voluntad general, al decir de Rousseau, que especificó bien las bases de la democracia.
Por eso es que corremos el riesgo de enfrentarnos sin motivo real alguno, a propósito del camino entre Cochabamba y el Beni; no es una cuestión étnica, sectaria, de propiedad, sino de bien común, del Estado, entendido como la conjunción de territorio, población y leyes, tampoco se puede dirimir en beneficio de fulano y perjuicio de zutano Por lo demás, los argumentos que se manejan de uno y otro lado son harto sofísticos porque no aclaran que la supuesta reserva ambiental, paraíso o selva virgen, hace rato que no es más y, lo peor, es que se asentaron traficantes en el lugar, que comercian no sólo con especies animales o vegetales sino hasta con el territorio, el paisaje, la aventura y en el lugar existe mucho desamparo que no puede pasar desapercibido.
Lo mismo está pasando con la cuestión que ya ha provocado enormes perjuicios a la ciudadanía en general, la cuestión del Campo Margarita; desde 1967, el territorio, las aguas, los recursos energéticos, los del subsuelo, son del Estado y, por lo tanto, son objeto del bien común sobre el que nadie puede disputar propiedad sectaria, por mucho que se base en una Constitución mal elaborada y peor interpretada. Como se ve, nos estamos creando problemas falsos, absurdos y artificiales con gran contento de quienes no quieren que Bolivia supere sus problemas y su crisis generada por la politiquería dependiente, vergonzosa y entreguista.
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