Aunque muchos dirán no tan nuevo, no hay duda que en estos días se está acentuando el culto al ídolo del materialismo: la bolsa. Porque desde el menos avispado hasta el más interesado, anda pendiente si las acciones cayeron o se recuperaron.
Lo que nos da una idea de cómo se maneja el economicismo en el mundo, porque economía ha dejado de ser hace bastante tiempo; ahora es el dinero el que manda y, por tanto, su mercado, que no es otra cosa lo que se hace a través de las bolsas que, fundamentalmente, sirven la especulación de unas pocas personas en detrimento de la mayoría de la población del mundo; es más, en contra de ese conjunto al que se quiere eliminar de varias formas, por la guerra, el hambre, las enfermedades o el desprecio.
El temor a la bolsa parece estar dando mejores resultados de algo que se ha criticado siempre a la jerarquía eclesiástica: el temor a Dios. Y, conste, que no hay ninguna forma de comparación pero la estulticia es la enfermedad más contagiosa del mundo, porque lo mismo se difunde entre ricos que pobres, entre letrados que analfabetas, entre intelectuales que artistas.
El nuevo miedo se llama: martes o viernes negro, no importa el día; pero que dé cuenta de cómo las acciones se van al tacho con ganancia siempre segura de unos pocos y la derrota de los más; que es lo que ha sucedido indefectiblemente hasta ahora porque para eso está la bolsa: para servir el materialismo; pero nunca se había percibido como un terror generalizado que es bien alimentado por la mayoría de los medios de comunicación que desde las noticias hasta los cuadros de cotizaciones sirven a lo mismo: al castigo para los infieles, de parte del nuevo o antiguo ídolo: el dinero.
Así es como está el mundo y todavía creemos que avanzamos o nos hacen creer que progresamos y que nunca hemos estado mejor que ahora. ¡Qué manera de pasar por inteligentes!
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