Muchas veces se ha afirmado que en determinado país la justicia es imparcial, real y verdadera; pero hay muchos ejemplos para demostrar que, en todas partes, se mueve al compás del poder; lo acontecido en Europa, América Latina, Asia o África demuestra que la justicia es todavía un postulado del hombre y la sociedad.
Una de estas muestras tenemos últimamente en Bolivia donde, desde lejos, hemos visto cómo un ex general de la Policía ha sido sometido a juicio, que nadie puede explicar claramente por qué y cómo, y fue sentenciado a varios años de prisión que todos pensaban que estaba negociando, aunque tampoco nadie puede decir a ciencia cierta si fue así o no.
La justicia de EEUU no actúa pues con claridad, como siempre, aunque el manto de prestigio e imparcialidad se haya llevado a la pantalla y, también, desmentido en la misma, a través de series que dan cuenta de hechos reales a lo que habría que agregar muchos otros que se han dado en nuestras tierras.
Lo curioso es que algunas personas que se dejan llevar por la ficción o por los centavos del servilismo, andan en estas latitudes echando pestes contra las elecciones de miembros del Tercer Poder del Estado que, aunque no de la manera ideal, nos cita a elecciones en el mes de octubre. Más que una oposición razonada o, incluso, una majadería parece ser el resultado del temor a tener una verdadera institución de justicia y, por lo tanto, el inicio del fin de la corrupción y la inmoralidad y, por consiguiente, de ese triángulo ignominioso que nos ha tenido lastrados desde hace décadas: la dependencia que, principalmente, se asienta en la corrupción y la impunidad.
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