Con cuanta razón Madame Roland, al pie de la guillotina, dijo aquello de: "libertad, cuantos crímenes se cometen en tu nombre"; porque en nombre de la paz se usa la ONU como tropa de asalto para las potencias economicistas del mundo; en nombre de los derechos de los libios se persigue a su líder y, no es ninguna paradoja, se decide su destino en París por quienes ni siquiera son árabes sino los interesados en su petróleo, el agua y el dinero; también en nombre del ambiente y de la preservación de la flora y de la fauna, los contrabandistas de madera apoyan una marcha que no tiene pies ni cabeza si analizamos el entorno en que se mueven "indígenas" y sus dirigentes; en nombre del derecho a la vivienda quieren construir en sitios de reserva; en nombre de ese mismo derecho se avasalla zonas protegidas o el derecho de otros, en nombre de la educación se mantienen en la ignorancia los "trabajadores de la educación"; en nombre de los enfermos se hace campaña solidaria personal o familiar y, no finalmente ni mucho menos, como dijo Unzaga de la Vega, "en nombre de la concordia, por los cuatro costados nos despedazaron", haciendo referencia a la pérdida de territorio con que logramos la independencia.
Es pues fácil acudir en nombre de cualquier excusa para someter al prójimo, para explotarlo, para marginarlo, para condenarlo al hambre y la miseria; que es lo que se ha dado en décadas de una supuesta pendulación entre derechas e izquierdas que igual sirvieron el materialismo de sus amos, con harto ahorro de divisas y de vidas para los sinvergüenzas, porque no fueron ellos los que dieron su sacrificio en las cárceles, en los campos de concentración, en las horcas, en los paredones de fusilamiento, en los exilios o las persecuciones. Ellos, los mismos, siguen escondidos detrás de sus sillones en la banca, en los palacios o los hoteles de 5 estrellas, mientras todavía hay gente que se levanta en nombre de esto o lo otro, para seguir sirviendo de tonto útil o de carne de cañón, para que el sistema de explotación materialista siga fuerte y vigoroso y sobre las espaldas de la estulticia. Si todavía cree en la libertad, la democracia, el ambiente, la paz o la igualdad; fíjese cómo está el mundo; oh, señor Colón...
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