En cierto país, copropietario de la mayor reserva de agua dulce del planeta, se declaró la zona parque y reserva, a fin de evitar que caiga en las manos de la "voracidad de las transnacionales". Pues bien, al poco tiempo y cuando se trató de averiguar qué mejoras se habían hecho o se estaban haciendo, los investigadores se encontraron con que la dicha reserva no sólo que estaba como antes sino que había pasado a manos privadas, de las transnacionales, gracias a los subterfugios que se hicieron colar en las respectivas disposiciones.
No hay pues garantía alguna para que las reservas o los parques sean eso y no estén exentos de riesgos de caer en las manos del materialismo expoliador; algo similar puede estar ocurriendo con el Parque Isiboro-Sécure que, finalmente, nadie sabe qué es lo que se trata de preservar o defender o si sólo se trata de los intereses de las transnacionales que se defienden mediante ONGs que tienen que justificar su salario.
Por lo demás, ¿dónde queda el bien común? ¿Dónde está el interés del Estado? ¿Acaso los parques, las reservas, no dejan de pertenecer a determinada etnia o grupo y son del Estado cuando así se los declara? ¿Cómo oponer al interés común el sectario?
Hay una serie de interrogantes que no siempre pasan por la flora o la fauna y muchos medios manejan la situación fundados más en prejuicios que razones; lo mismo que algunas instituciones o personas que no se dan cuenta que están siendo manipuladas. En el mundo hay una gran variedad de ejemplos donde, en prelación del interés colectivo ante el minoritario, se han hecho obras que han condicionado cierto crecimiento económico; dado que no es posible hablar de desarrollo cultural cuando las concepciones de unos y otros se hallan en completa polaridad. ¿Pero qué cultura habría que preservar para no ejecutar las obras? ¿No son acaso los sécures, por ejemplo, una etnia creada por el abandono de las huestes colonizadoras de los incas en el trópico? ¿Qué pueden tener de autóctono y auténtico?
Ni el desarrollo por el desarrollo ni el retroceso o el estancamiento pueden ser cosas positivas si no se las puede discutir, contraponer, analizar y es majadería caer en el mismo abuso "sindicalista" decir: vamos a dialogar en la marcha. Nadie tiene derecho a reivindicar lo que afecta el derecho de los demás o, incluso, de uno sólo de sus prójimos. Esa es la ley primaria del respeto y la convivencia; lo demás es extremismo, venga de uno u otro lado.
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